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Margarita (óleo sobre tablilla)

Margarita, óleo sobre tablilla, Esther Álvarez

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Margarita, óleo sobre tablilla, Esther Álvarez



Título:Margarita.
Soporte:Tablilla entelada.
Pintura:Óleo.
Tamaño:Lienzo visible: 38cm. (ancho) x 46cm. (alto).
Notas:Obra original de la autora sobre macrofotografía de Ángel Cabrera.
PRECIO:14.990 €

Hay algo profundamente personal en la creación de un cuadro, algo que va más allá de la técnica y del lienzo mismo. En cada obra que pinto, intento capturar no solo lo que veo, sino también lo que siento, lo que me conecta con el tema. En este caso, ese vínculo es doblemente fuerte, porque la imagen de la que nació este cuadro proviene de la lente de Ángel Cabrera, mi pareja. Es una pequeña margarita en tonos de naranja y amarillo, una flor simple en su apariencia, pero compleja en los matices de color y vida que encierra.

Este óleo sobre tablilla entelada, de unos modestos 38 por 46 centímetros, fue una experiencia significativa en mi camino como artista. En esta obra, quise experimentar con los colores y sus transiciones, explorar cómo la luz y la sombra juegan sobre los pétalos de la margarita, cómo cada tono puede influir en la percepción de la forma y la textura. Desde el primer trazo, mi intención fue llevar a la vida cada detalle, cada curva y línea de esta pequeña flor, infundiéndole el realismo natural que tanto me apasiona.

Siempre he dicho que no pinto naturalezas muertas, sino naturalezas vivas. Para mí, cada planta, cada flor, tiene una energía propia, una vitalidad que trasciende el simple hecho de estar plasmada en un lienzo. Mis cuadros están vivos porque, en mi proceso creativo, trato de capturar no solo la apariencia externa de la naturaleza, sino también su esencia. En este cuadro, esa esencia se manifiesta en los delicados matices de la margarita, en la manera en que el naranja de sus pétalos se transforma suavemente en un amarillo vibrante en los pistilos.

Trabajar en los detalles de esta margarita fue un desafío y una alegría. Cada pincelada fue una oportunidad para refinar mi habilidad en la transición de colores, para observar cómo los tonos pueden pasar de uno a otro de manera sutil, casi imperceptible, y cómo esa transición aporta profundidad y realismo a la obra. Quería que quien mirara esta margarita pudiera sentir la textura de sus pétalos, la suavidad de sus curvas, como si pudieran extender la mano y tocarla.

La elección del soporte, una tablilla entelada, me permitió trabajar con una precisión y un control que a veces es más difícil de lograr en un lienzo más grande. Este formato más pequeño me obligó a concentrarme en cada pequeño detalle, a prestar atención a cada cambio de tono, a cada sombra. En cierta forma, fue un ejercicio de paciencia y dedicación, una meditación visual en la que me perdí durante horas, absorbiendo la esencia de la flor y devolviéndola al mundo a través de mi pintura.

Este cuadro no es solo un homenaje a la naturaleza y a la belleza que encuentro en ella, sino también un tributo a la colaboración artística con Ángel, cuya fotografía fue el punto de partida de esta creación. Su ojo para capturar momentos efímeros en la naturaleza es algo que siempre me inspira, y en esta obra, sentí que estábamos trabajando juntos, él a través de su cámara y yo a través de mis pinceles.

Pintar esta margarita fue, en muchos sentidos, una afirmación de mi creencia en la vida que existe en la naturaleza. Cada vez que me enfrento a un nuevo cuadro, trato de recordar que no estoy solo pintando una imagen, sino capturando un momento de vida, algo que existe, respira y se mueve, aunque sea en la quietud del lienzo. Quiero que mis cuadros sean una ventana a ese mundo vivo, que quien los vea pueda sentir la vibración de la naturaleza, la energía que fluye a través de cada hoja, cada pétalo.

Al final, este cuadro de la margarita naranja es más que un simple ejercicio de color y técnica. Es una expresión de mi amor por la naturaleza y por el arte de capturarla en su forma más pura. Es un testimonio de la vida que encuentro en cada rincón de la naturaleza y que me esfuerzo por transmitir en cada pincelada. Cada cuadro que pinto es un nuevo aprendizaje, una nueva exploración, y esta margarita ha sido un paso más en mi viaje como artista, un paso hacia la creación de naturalezas que no están muertas, sino que están muy, muy vivas.
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